Los hombres invisibles

Ángel Berlanga entrevistó al escritor colombiano Mario Mendoza para el diario Página 12. El autor habló de Los hombres invisibles, su última novela, editada por Planeta.

La trama de la obra, según Berlanga, trata del devenir del protagonista, un actor bogotano, agobiado por el fracaso en el oficio, la infidelidad y el abandono de su querida esposa y la muerte de sus padres. Pero a la vez que ese mundo se le extingue --y casi lo liquida-- de a poco, por azares y búsquedas, va naciendo y desarrollándose su interés por una tribu casi mitológica que hasta hace dos décadas vivió nómada, sin contacto con la civilización, en las selvas colombianas.

A continuación, alguna de las cosas que Mendoza dijo en la entrevista:


  • "Lo maravilloso es la relatividad, la duda. Porque los occidentales sentimos que somos los mejores, que la industria y la tecnología, desde el siglo XVII en adelante, nos hacen progresar. Y eso en realidad es una falacia: detrás de la voluntad de conocimiento y de saber hay una voluntad de poder. La investigación de las ciencias de la naturaleza no nos llevó a lo que soñaban Da Vinci y los hombres del Renacimiento, a la justicia, la equidad, la igualdad. No. Hiroshima y Nagasaki dejan claro que las investigaciones científicas conducen a la hecatombe, al control y al poder. Pero eso no nos gusta, no queremos hablar de eso. En realidad creo que desde 1945 sentimos que estamos perdidos, que no hemos logrado reconstruir el proyecto de la modernidad. El extravío general de todo Occidente produce el extravío individual. Esa sensación de caminar por la calle y decir: pero para dónde dirijo mi vida, cómo hago para armarla con dinero, con éxito. Creo que todos hemos tenido en algún momento ganas de irnos, de largar todo. La sensación de decir no puedo más. Con madrugar, el trabajo, los recibos de luz, los saldos. ¿Podré o no comprar un departamento, o un carro? ¿Me caso? ¿Me separo? Quién no ha mirado por una ventana y soñado con irse lejos. El sueño de la fuga es una constante, algo fascinante que en la literatura, creo, inaugura Hawthorne con Wakefield. Siento mucha atracción por la vieja historia de quienes salen a la calle a comprar cigarrillos y no vuelven. Uno cree que los tipos lo han planeado y no, no han sacado el dinero ni preparado la fuga: de pronto, ya en la calle, sienten que algo les impide regresar. La pregunta de la novela es por qué no. Y el personaje se la juega, se deja morir y se inventa en otra parte".


  • Contó que estuvo en la selva con los nukak makú, para tener material de campo para su novela: "Cuando estaba comenzando la novela leí las noticias en el periódico y enseguida empaqué maletas y me fui para San José de Guaviare a reseñar. Viajé varias veces. Estuve con los nukak makú pero en una finca; hubiera sido ideal en la selva, pero es sumamente riesgoso, porque es una zona de conflicto. Creo que no le temo tanto a que me disparen o a morir como a un secuestro. Hay soldados que llevan ocho o diez años secuestrados, amarrados como animales".


  • "Creo que a nosotros, los latinoamericanos, no nos enseñan algo fundamental: a ser responsables de nuestro talento. No entendemos que para llegar a la universidad, para tener ese beneficio, millones de personas se levantan a trabajar en panaderías, abren establecimientos, tienen el azadón en la mano, arrean ganado. Son millones que están en la pirámide social, trabajando entre diez y doce horas diarias, para que al final aparezca de manera irresponsable y milagrosa un pintor, un bailarín, un poeta o un novelista. Si ese individuo comprendiera que está parado sobre los hombros de tantos trabajadores que esperan de él que haga un buen uso de sus privilegios, trabajaría con un rigor implacable. Pero el artista, de manera irresponsable, y también maravillosa y extraordinaria –no me voy a poner a predicar como un cura qué se debe hacer o no–, cree que está solo y que puede hacer lo que quiera, que es libre incluso para atentar contra su talento, odiarlo, o hacerse el loco. Porque en el fondo eso es fácil, también. Relaja mucho. Uno se preocupa menos. Yo me siento como si fuera parte de una tribu. En el caso colombiano los artistas estamos haciendo la reflexión que no han sido capaces de hacer los hombres del poder. Directores de cine, pintores, bailarines, narradores: somos un pelotón compacto, cohesionado, y no nos pegamos codazos entre nosotros. La sociedad colombiana necesita hacer catarsis, transformar las fuerzas negativas en positivas, y esa sensación de ir juntos, armando una reflexión, nos da a los artistas fuerza y potencia".

Foto: Mendoza y su último libro.

3 comentarios:

La Gata Schrödinger dijo...

Hola! se agradece tu visita en el rincón del gato. Yo acabo de comerme mi chifita... miaaauuu. no pude terminar de leer el post, me llama la jefa, pero se que normalmente para nacer a una mejor vida... alguien tiene que matarte. Nada como renacer para encontrarse con nuevos y prometedores criterios. Excelente post!
Un abrazo!

malabarista infernal dijo...

quién no ha deseado mandarlo todo a la mierda y correr hasta quedar exhausto.¿porqué no lo hacemos? aún no tengo respuesta.
un saludo

Anónimo dijo...

interesante reflexión y post.
Un placer haber pasado la sobremesa con tus lineas...
Un abrazo.