Y cual sea el extremo conveniente, en mi humilde opinión, ha de dejarse a la conciencia de cada cual

--Por otra parte, nuestras historias de hace seis mil lunas no mencionan otras regiones que los dos grandes imperios de Liliput y Blefuscu, grandes potencias que, como iba a deciros, están empeñadas en encarnizadísima guerra desde hace treinta y seis lunas. Empezó con la siguiente ocasión: todo el mundo reconoce que el modo primitivo de partir huevos para comérselos era cascarlos por el extremo más ancho; pero el abuelo de su actual Majestad, siendo niño, fue a comer un huevo, y, partiéndolo según la vieja costumbre, le avino cortarse un dedo. Inmediatamente el emperador, su padre, publicó un edicto mandando a todos sus súbditos que, bajo penas severísimas, cascasen los huevos por el extremo más estrecho. El pueblo recibió tan enorme pesadumbre con esta ley, que nuestras historias cuentan que han estallado seis revoluciones por ese motivo, en las cuales un emperador perdió la vida y otro la corona. Estas conmociones civiles fueron constantemente fomentadas por los monarcas de Blefuscu, y cuando eran sofocadas, los desterrados huían siempre a aquel imperio en busca de refugio. Se ha calculado que, en distintos períodos, once mil personas han preferido la muerte a cascar los huevos por el extremo más estrecho. Se han publicado muchos cientos de grandes volúmenes sobre esta controversia; pero los libros de los anchoextremistas han estado prohibidos mucho tiempo, y todo el partido, incapacitado por la ley para disfrutar empleos. Durante el curso de estos desórdenes, los emperadores de Blefuscu se quejaron frecuentemente por medio de sus embajadores, acusándonos de provocar un cisma en la religión por contravenir una doctrina fundamental de nuestro gran profeta Lustrog, contenida en el capítulo cuadragésimo cuarto del Blundecral —que es su Alcorán—. No obstante, esto se tiene por un mero retorcimiento del texto, porque las palabras son estas: “Que todo creyente verdadero casque los huevos por el extremo conveniente”. Y cual sea el extremo conveniente, en mi humilde opinión, ha de dejarse a la conciencia de cada cual, o cuando menos a la discreción del más alto magistrado, el establecerlo. Luego, los anchoextremistas han encontrado tanto crédito en la corte del emperador de Blefuscu y aquí tanta asistencia secreta de su partido, que entre ambos imperios viene sosteniéndose una sangrienta guerra hace treinta y seis lunas, con varia suerte, y en ella llevamos perdidos cuarenta grandes barcos y un número mucho mayor de embarcaciones más pequeñas, junto con treinta mil de nuestros mejores marinos y soldados; y se sabe que las bajas de nuestro enemigo son algo mayores que las nuestras. Pero ahora han equipado una flota numerosa y están precisamente preparando una invasión contra nosotros, y Su Majestad Imperial, poniendo gran confianza en vuestro valor y esfuerzo, me ha ordenado exponer esta relación de sus negocios ante vos.

Rogué al secretario que presentase mis humildes respetos al emperador y le hiciera saber que juzgaba yo no corresponderme, como extranjero que era, intervenir en cuestiones de partidos; pero que estaba dispuesto, aun con riesgo de mi vida, a defender su persona y su estado contra los invasores.


Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift, publicado en 1726.

Imagen: La tapa de la edición de Claridad.

3 comentarios:

Kluivert dijo...

Qué groso. Y me mata que sea un libro publicado hace 281 años. Impresionante.

MAX Y LULA dijo...

Muy bueno el pasaje. Hay otro en el reino de los Yahoos y de los Houymns (o algo así) que tampoco tenía desperdicio. Gran escritor y gran personaje con cierto gusto y tendencia a lo escatológico, parece ser.

Cordelia dijo...

Descubri su blog por un comentario que dejaron en el blog de un amigo.
Me gusta mucho lo que escriben.
felicidades