Y comprendí que las almas se movían en la tierra como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida, cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica.
Los sietes locos, Roberto Arlt.
Peces prisioneros
Etiquetas: Libros
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